ECOLOGÍA Y ENERGÍA

Datos e información de la capa de ozono

La capa de ozono de la Tierra, un indicador temprano de la degradación ambiental global, está mejorando y se espera que se recupere a mediados del siglo XXI.

Durante los últimos 30 años, los seres humanos han eliminado con éxito muchos productos químicos que dañan la capa de ozono, la barrera atmosférica en la estratosfera, que se encuentra entre 9 y 18 millas (15 y 30 kilómetros) sobre la superficie de la Tierra.

El ozono atmosférico absorbe la radiación ultravioleta (UV) del sol, especialmente los dañinos rayos de tipo UVB. La exposición a la radiación UVB se ha relacionado con un mayor riesgo de cáncer de piel y cataratas, así como con daños a las plantas y los ecosistemas marinos. El ozono atmosférico a veces se denomina ozono «bueno» debido a sus propiedades protectoras y no debe confundirse con el ozono «malo» troposférico o a nivel del suelo, que es un componente importante de la contaminación del aire asociada con enfermedades respiratorias.

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El ozono (O3) es un gas altamente reactivo cuya molécula consta de tres átomos de oxígeno. Su concentración atmosférica fluctúa naturalmente con la estación y la latitud, pero en general era estable cuando comenzaron las mediciones globales en 1957.

La investigación pionera en los años 70 y 80 reveló signos de problemas.

La amenaza del ozono y las «vulnerabilidades»

En 1974, dos químicos de la Universidad de California, Irvine, Mario Molina y Sherwood Rowland, publicaron un artículo en la revista Nature que detallaba que los gases clorofluorocarbonos (CFC) son una amenaza para la capa de ozono. En ese momento, los CFC se usaban comúnmente en aerosoles y como refrigerantes en muchos refrigeradores. Cuando llegan a la estratosfera, los rayos ultravioleta del sol descomponen los CFC en sustancias como el cloro.

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Esta innovadora investigación, por la que recibieron el Premio Nobel de Química en 1995, concluyó que la atmósfera tiene una «capacidad limitada» para «absorber átomos de cloro» en la estratosfera.

Según la Agencia de Protección Ambiental de EE. UU., un átomo de cloro puede destruir más de 100 000 moléculas de ozono, eliminando el ozono mucho más rápido de lo que puede ser reemplazado.

La investigación de Molina y Rowland se validó en 1985, cuando un equipo de científicos británicos descubrió un agujero en la capa de ozono sobre la Antártida, que luego se relacionó con los CFC. El «agujero» es en realidad una región de concentraciones de ozono extremadamente bajas en la estratosfera que reaparece cada año al comienzo de la primavera del hemisferio sur (agosto-octubre).

En el Ártico, una capa de ozono degradada es responsable del rápido calentamiento del Ártico, según un estudio de 2023 publicado en la revista Nature Climate Change. Los CFC son un gas de efecto invernadero más poderoso que el dióxido de carbono, el gas de calentamiento global más abundante.

Los aerosoles enlatados a veces contienen sustancias que agotan la capa de ozono llamadas clorofluorocarbonos o CFC.

Foto de Mark Thiessen

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Estado actual de la capa de ozono

En un informe publicado a principios de 2023, los científicos que rastrean la capa de ozono notaron que la atmósfera de la Tierra se está recuperando. Para 2040, la capa de ozono volverá a ser lo que era en 1980, antes de que apareciera el agujero de ozono. Los agujeros de ozono de mayor duración sobre el Ártico y la Antártida deberían recuperarse para 2045 y 2066, respectivamente.

Este progreso es gracias al Protocolo de Montreal sobre Sustancias que Agotan la Capa de Ozono, un acuerdo histórico firmado por 197 estados miembros de la ONU en 1987 para eliminar gradualmente las sustancias que agotan la capa de ozono. Sin el acuerdo, la EPA estima que habría 280 millones de nuevos casos de cáncer de piel, 1,5 millones de muertes por cáncer de piel y 45 millones de cataratas en los EE. UU., y el mundo sería al menos un 25 por ciento más cálido.

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Casi todos los productos químicos que agotan la capa de ozono prohibidos por el Protocolo de Montreal han sido eliminados, pero algunos gases nocivos aún se utilizan. Algunos países todavía usan hidroclorofluorocarbonos (HCFC), una alternativa provisional que es menos dañina para el ozono pero sigue siendo dañina. Los HCFC también son poderosos gases de efecto invernadero que atrapan el calor y contribuyen al cambio climático.

Aunque los HFC representan una pequeña fracción de las emisiones en comparación con el dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero, sus efectos sobre el calentamiento global impulsaron la incorporación de la Enmienda de Kigali al Protocolo de Montreal en 2016. La enmienda, que entró en vigor en enero de 2023, tiene como objetivo reducir el uso de HFC en más del 80 % durante los próximos 30 años.

Al mismo tiempo, las empresas y los científicos están investigando alternativas respetuosas con el medio ambiente, incluidos nuevos refrigerantes y tecnologías para reducir o eliminar por completo la dependencia de los productos químicos.

Esta historia se publicó originalmente el 18 de abril de 2023. Ha sido actualizado.

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