Opinión | Amor y autoría
Velo de encaje usado por Consuelo de Saint-Exupéry el día de su boda, con fotografías de los novios el día de su boda (21 de abril de 1931), en exhibición el 3 de mayo de 2006 (MYCHELE DANIAU/AFP vía Getty Images)
Nota del editor: Wendy Guerra es una escritora cubano-francesa y colaboradora de noticias-hoy en Español. Sus artículos han aparecido en medios de todo el mundo como El País, New York Times, Miami Herald, El Mundo y La Vanguardia. Entre sus obras literarias más destacadas se encuentran «Ropa interior» (2007), «Nunca fui primera dama» (2008), «Desnudo en La Habana» (2010) y «Todos se van» (2014). Sus obras han sido publicadas en 23 idiomas. Los comentarios expresados en esta columna pertenecen únicamente al autor.Obtenga más información en cnne.com/opinion
(noticias-hoy Español) — Ser artista y comunicarse con otro creador es un gran desafío.
Amar a tu pareja, construir a tu pareja, alimentar a tu pareja y alimentar a tu pareja intelectualmente es inevitable. Discutir y conversar delineando reglas morales sin comprometer los lazos afectivos es una de las grandes apuestas que conlleva la convivencia amorosa.
Para salir con éxito de este proceso, es necesario dejar el ego, desarrollar la paciencia, apelar al equilibrio emocional y crear un ambiente saludable durante el ritual de pareja. Todos sabemos que en el mundo del arte y el espectáculo existe una rivalidad evidente entre los creadores, pero cuando se trata del matrimonio, este tipo de competencia travesti primaria puede terminar por entorpecer la relación.
¿Quién no ha leído, regalado y citado esa célebre obra de la literatura universal: El Principito de Antoine de Saint-Exupéry? Bueno, según ciertos estudios, artículos periodísticos y testimonios, el origen de esta famosa obra se remonta a Saint-Exupéry y su esposa de trece años, Consuelo Soncin Sandoval Zesse Nea (Consuelo Suncín Sandoval Zeceña) se puede ver en el complejo. relación entre ellos.
Todo esto está narrado con pelos y símbolos en su volumen: «Memorias de Rosas». En el manuscrito post-mortem, descubierto por pura casualidad en 1979 y publicado en 2000, Consuelo nos reconoce que fue la inspiración de la obra de Saint-Exupéry, e incluso la depositaria de sus ideas básicas. Suncín Sandoval Zeceña nació en El Salvador en 1901 y se educó entre San Francisco, Ciudad de México y Francia. El coautor putativo conoció al autor de El Principito en 1930 cuando era viudo y, para varios críticos, la historia recreaba la relación abrumadoramente complicada entre los dos hombres.
Cuando termines de leerlo, y leas El Principito unas cuantas veces con frustración, te darás cuenta de que, según ella, ella es «la mujer» y «la rosa» y en adelante no podrás separar lo inspirador. pensamientos y hacer justicia Otorgar a cada uno su papel en la autoría.
Para aquellos de nosotros que elegimos vivir con otro artista, mantener nuestras identidades claras es un gran desafío. El conocimiento puede expandirse en la vida cotidiana hasta convertirse en una extensión de nosotros mismos en los demás, haciendo del intelecto la fuente de un reservorio colectivo. Durante la convivencia doméstica, nos fusionamos en uno. Gustos, intereses, estilos empiezan a relacionarnos.
En 2017, la Asociación Nacional de Editores de Música Británicos decidió incluir a Yoko Ono como coautora del tema Imagine. La decisión trascendental se produjo 40 años después de su lanzamiento, considerando lo que dijo Lennon en un clip que decía que Imagine «debería ser acreditado como Lennon-Ono». El video es parte de una entrevista que el propio John dio poco antes de su muerte en 1980, en la que insistió en que su esposa, la artista visual Yoko Ono, lo «influyó e inspiró» en el proceso creativo. Si nos detenemos y escuchamos la letra, notamos la plasticidad de la imaginería y las secuencias en bucle de las que trata la canción, así como la interpretación y el mundo visual del artista japonés. La poesía de Yoko inspiró esta pieza, a partir de sus instrucciones de Grapefruit.
«Imagina nubes goteando. Cava un hoyo en tu jardín y ponlas».
Pasas mucho tiempo con tu pareja, empiezas a entender su universo, te adentras en él, lo integras, puedes tomar posesión del sistema de símbolos. Una vez que esto sucede, puede ser difícil separar los pensamientos.
A altas horas de la noche, mientras agarras el vaso vacío y lavas el mantel, te preguntas de quién fue la idea de esa canción o ese poema anticuado.
Entre dos cuerpos desnudos y dos mentes creativas que corren a la velocidad de la vida cotidiana, ¿es posible evitar que nuestros pensamientos se mezclen o fusionen? ¿Tendrá esto un impacto duradero en nuestro legado?