Cloroquina, COVID-19 y lupus – Noticias-Hoy Blog Network
El reciente anuncio de la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. de que aprobó el «uso compasivo» de cloroquina e hidroxicloroquina para tratar a pacientes con COVID-19 ha provocado emociones encontradas en todo el mundo. Si bien muchos elogiaron la medida como un avance bienvenido en la búsqueda de una cura para combatir la pandemia de COVID-19, otros vieron la noticia como preocupante.
La cloroquina es una droga sintética introducida en la década de 1940. Es miembro de una familia de importantes reactivos químicamente relacionados conocidos como derivados de quinolina. La hidroxicloroquina es un compuesto relacionado introducido en 1955. Ambos medicamentos se utilizan para tratar enfermedades tropicales como la malaria y la amebiasis. Pero también se usan para tratar una variedad de afecciones de la piel y las articulaciones, como la artritis reumatoide y el lupus. Esto es una fuente de preocupación para los médicos que trabajan en las economías en desarrollo.
El lupus es una enfermedad autoinmune que puede afectar a casi cualquier órgano del cuerpo. A pesar de afectar cuatro veces más personas de ascendencia africana que blancas, el lupus está muy infradiagnosticado entre los africanos. Esto puede deberse a que una teoría llamada teoría del gradiente de prevalencia sugiere que la incidencia del lupus aumenta gradualmente a medida que las personas se alejan de África ecuatorial. Sostiene que el lupus es prácticamente inexistente en África.
También se ha sugerido que factores ambientales como la deficiencia de vitamina D en los países occidentales, además de estar poco reconocidos y subdiagnosticados en el continente africano, explican esta aparente paradoja. Las respuestas inmunes a las infecciones endémicas y el uso generalizado de cloroquina para la malaria pueden ayudar a prevenir enfermedades autoinmunes. Un mejor conocimiento del diagnóstico del lupus y otras enfermedades autoinmunes en el África subsahariana ha puesto patas arriba la teoría del gradiente de prevalencia. Sin embargo, muchos casos siguen sin diagnosticarse debido a la falta de reumatólogos en la región.
Asimismo, el lupus en niños africanos ha recibido poca atención. Esto es especialmente cierto en Nigeria. El lupus infantil representa entre el 10% y el 20% de todos los casos y se asocia con una mayor gravedad de la enfermedad, mayor daño a los órganos y una mayor mortalidad general. Desafortunadamente, los criterios para el lupus publicados recientemente en 2022, si bien tienen como objetivo mejorar el diagnóstico y el tratamiento temprano, pueden conducir a un subdiagnóstico en áreas subdesarrolladas donde las pruebas de detección de anticuerpos de referencia no están disponibles o son demasiado costosas.
La insuficiencia renal es una complicación preocupante de enfermedades comunes en todo el mundo, como la diabetes y la hipertensión. Otras enfermedades, como el VIH y el lupus, suelen afectar a los riñones. La insuficiencia renal es más grave en los africanos en general. En los niños, entre el 20% y el 80% de los pacientes con lupus juvenil se ven afectados por enfermedad renal asociada al lupus y entre el 10% y el 50% desarrollan una enfermedad renal terminal que requiere diálisis.
Las tragedias gemelas del lupus y la insuficiencia renal no sólo provocan una mayor mortalidad, sino que también aumentan la morbilidad y los costos del tratamiento. Los datos disponibles sugieren que el costo directo anual promedio del tratamiento del lupus por paciente es de $13,735 a $20,926 en los Estados Unidos, $4,232 en el Reino Unido y $9,279 en Japón. En África no existen estimaciones similares y, aunque se espera que la cifra sea menor, la mayoría de los pacientes siguen sin acceso al tratamiento.
La tragedia del lupus, aparte de su enorme carga financiera, es que afecta principalmente a mujeres en edad reproductiva, las mujeres que son el núcleo de la familia. En los pacientes con lupus en Sudáfrica, el dolor, la fatiga y los problemas estéticos pueden afectar negativamente la capacidad mental, el funcionamiento social, el empleo y la salud sexual. Estos hechos presentan importantes desafíos para las familias.
Las relaciones matrimoniales están sometidas a una gran tensión ya que los pacientes no pueden cuidar de sus cónyuges e hijos. Opciones como la donación de órganos para seres queridos que padecen insuficiencia renal también aumentan la dificultad. Recuerde que los familiares de primer grado tienen un riesgo 10 veces mayor de desarrollar la enfermedad en comparación con la población general, por lo que la decisión de trasplantar no sólo es riesgosa, sino que puede cambiar la vida.
A medida que la pandemia de coronavirus continúa y el mundo lucha por contenerla, tanto los médicos como los pacientes con lupus sienten una profunda ansiedad. La COVID-19 presenta nuevos riesgos laborales para los médicos, y los pacientes con lupus corren un mayor riesgo debido a un sistema inmunológico debilitado. A esto se suma la creciente preocupación de que la cloroquina y la hidroxicloroquina, medicamentos relativamente baratos para el lupus y la malaria, pronto dejen de estar disponibles, ya que se almacenan o se desvían para tratar el COVID-19 en los países desarrollados.
El diagnóstico temprano y el inicio oportuno del tratamiento del lupus siguen siendo las mejores formas de prevenir complicaciones como la insuficiencia renal. Mejorar el acceso a la atención y aumentar la financiación para la investigación sanitaria, especialmente en los países más pobres, reduciría la carga del lupus a nivel poblacional. Más allá de eso, ahora más que nunca, las familias y los sistemas de salud de todo el mundo deben trabajar juntos no solo para derrotar a la COVID-19, sino también para garantizar que los pacientes de los países en desarrollo tengan acceso a la cloroquina y la hidroxicloroquina.
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